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Sobre el muflón y el arruí en cotos de caza

martes, 25 de mayo de 2010






1. En primer lugar hay que indicar que el arruí representa una mayor amenaza que el muflón, debido a su tendencia nómada y expansiva, carácter generalista y alta tasa reproductiva. De ahí que haya que actuar con bastante más cautela a la hora de adquirir ejemplares de esta especie para un coto de caza.
2. Desde un punto de vista ecológico y conservacionista no es aconsejable su presencia en cotos de caza por el peligro potencial que representan para la fauna y flora autóctonas.
3. Si están presentes será primordial la acotación de los cotos de caza por medio de vallados cinegéticos infranqueables. En un principio ha de asegurarse que las especies exóticas permanezcan dentro de los límites del acotado. Comparativamente el arruí es más problemático, no sólo por su ya comentada tendencia expansionista, sino además por su capacidad de salto y fortaleza que le permite franquear mallas cinegéticas no suficientemente elevadas y robustas.
4. No debiera permitirse su presencia en áreas de vegetación endémica o de gran valor medioambiental, sí éstas son susceptibles de incorporarse a su dieta. Como prevención, y previo a la realización de estudios finos de la dieta del muflón y el arruí, habría de evitarse su inclusión en cotos localizados en áreas de vegetación de interés para la conservación de la biodiversidad.


5. Por sus características ecológicas: selección de hábitat, dieta, costumbres... Ambas especies son potenciales competidoras de otros ungulados autóctonos. Esto habrá de tenerse en cuenta a la hora de crear cotos de caza mayor en donde convivan varias especies de ungulados. La prioridad ha de ser la de mantener especies autóctonas frente a las alóctonas.
6. En cotos multiespecíficos se intentará evitar la presencia de especies con similares requerimientos ecológicos. No solamente habría que considerar la competencia exótico vs. nativo, sino también la de aquellas especies que utilicen el mismo nicho. La inclusión en un mismo coto de caza de dos especies primordialmente pastadoras, como el ciervo común y el gamo, puede conllevar una tasa de competencia que origine una disminución en la eficacia de adquisición de recursos por alguna de ellas o por ambas, así como una disminución del éxito
reproductivo de las poblaciones.
7. En cotos multiespecíficos se habrá de controlar la densidad de herbívoros para evitar una presión excesiva sobre la cubierta vegetal. Esta premisa es válida para cualquier tipo de ungulado.
Criterios acerca de la presencia del gamo en cotos de caza


1. Probablemente habitaba zonas boscosas y prados de la Península Ibérica tras la última glaciación. Los mapas de vegetación de Europa de hace 20.000 años indican la presencia de estepas acompañadas de áreas forestales por la mayor parte del sur del continente, incluida la Península Ibérica (Ray y Adams, 2001); un hábitat en principio idóneo para el mantenimiento de poblaciones de grandes herbívoros, tales como ciervos comunes y gamos.
2. En un principio no hay razones paleontológicas ni biológicas que hagan pensar que el gamo no sólo no alcanzó por sí mismo la Península Ibérica, sino que permaneció en ella tras la retirada de los últimos hielos glaciales. Por lo que no deberíamos considerarla una especie exótica. Futuros estudios interespecíficos podrían aclarar el nivel de competencia y, por tanto, evolución en simpatría o alopatría con otros cérvidos. Si existe un cierto nivel de coevolución y un reparto de los recursos entre ciervos comunes y gamos, se podría defender su convivencia en simpatría durante siglos.
3. Su introducción en cotos de caza puede provocar competencia y desplazamiento del ciervo común y el corzo, por coincidir en el uso del hábitat y dieta.

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